"Sabio y Temido"
Sofía era una niña brillante, conocida por todos en la escuela como la sabelotodo. Siempre tenía una respuesta para todo y amaba compartir su conocimiento, incluso cuando no se lo pedían. Lucas, por otro lado, era su mejor amigo, pero era un poco más timidillo y temía a muchas cosas, desde las oscuras tormentas de verano hasta las arañas que a veces se colaban en su mochila.
Un día, mientras los dos estaban en el parque, Sofía empezó a hablar sobre su tema favorito: los viajes en el tiempo. "Lucas, imagina que tuviéramos una máquina del tiempo. ¡Podríamos ir al pasado y hablar con dinosaurios! O al futuro y ver coches voladores", exclamó con una sonrisa entusiasta.
Lucas, que estaba jugando con una piedra tirándola al agua, frunció el ceño. "¿Y si te comes a un dinosaurio mientras intentas hablar con él? ¿O si en el futuro los coches voladores tienen una política de no parar en rojo? No sé, Sofía, suena aterrador".
Sofía se rió. "No seas miedoso, Lucas. Los viajes en el tiempo son divertidos. Además, podríamos traer de vuelta cosas extraordinarias. ¡Imagina tener una máquina del tiempo que también haga helados! ¡Ya no tendríamos que esperar a ir a la heladería en verano!"
Lucas dejó de lado su miedo por un momento y no pudo evitar sonreír. "Eso sería genial... pero aún así, no sé si me gustaría encontrarme con un dinosaurio. ¿Y si tiene hambre?”, preguntó, levantando una ceja.
“¡Por favor! Si los dinosaurios existieran, tendríamos un libro de recetas con ellos. ‘Recetas de la Edad de Piedra’, por Sofía. El primer platillo: ‘Sopa de T-Rex’”, bromeó Sofía, mientras ambos se reían a carcajadas.
Entonces, Sofía decidió llevar su imaginación aún más lejos. "Te apuesto que si tuviéramos esa máquina del tiempo, podríamos ir al futuro y... ¡ver a nuestros yo del futuro hablando sobre cómo éramos de niños! Hasta podríamos sorprendernos al ver qué les ha pasado a nuestros miedos".
Lucas hizo una mueca. "Eso suena súper extraño. ¿Y si el yo del futuro es un superhéroe? ¿Qué pasaría si fracasara? ¿Y si me ve con mi colección de figuritas de dinosaurios, lo que me haría un total fracasado?"
"Lucas, no seas tan duro contigo mismo. ¡Te veo como un gran héroe de los dinosaurios!” Sofía dijo con una risa contagiosa. “¡Imagínate salvar a una ciudad de un ataque de dinosaurios! Serías el ‘Dinosaur Fighter’".
Lucas rió también, pero aún se sentía inseguro. “Sí, pero ¿y si en vez de eso, solo pelearan por ver quién hace el mejor helado? Eso no suena tan heroico. Suena más a un concurso de repostería”.
“Eso podría ser un tipo de salvación. ¡Imagínate! ‘Hoy en la competencia de pastelería de la ciudad, los concursantes son dinosaurios voraces que intentan hacer el helado más delicioso. ¡Tú, como el único humano, eres nuestro jurado!’”
La idea de ser jurado en un concurso de dinosaurios le causó risa. “Bueno, entonces quizás me gustaría ir al futuro después de todo, siempre y cuando no tenga que ver con el T-Rex comiendo helados de menta”.
Sofía, al ver que Lucas se estaba abriendo, continuó. “¡Podríamos viajar al futuro, aprender a hacer el mejor helado del mundo y presentarlo en el concurso de dinosaurios! Tendríamos que entrenar para ese momento. ¡Podríamos ser celebridades!”
“Vale, vale, eso suena divertido. Pero, ¿qué sucede si esos dinosaurios son unos críticos rígidos y se burlan de nosotros? ¿Sabes lo mucho que odio que se burlen de mis ideas?”, preguntó Lucas, preocupado nuevamente.
"Simple", respondió Sofía con seguridad. "Si te critican, solo hay que responder con un ‘gracias por tu opinión’ y seguir adelante. Además, podríamos usar trajes y darle un toque dramático a la situación. ¡Vestirnos como científicos locos mientras hacemos los helados!”
Lucas empezó a visualizar la escena en su mente. “Eso podría ser genial. Imagínate, preparándonos en un escenario grande, con focos brillantes y un público lleno de dinosaurios. ¡Habría gritos, música, y probablemente una lluvia de chocolate!"
“¿Y si en el último momento se desata una lluvia de helado? Eso definitivamente sería el fin del mundo... o el comienzo de una nueva era en la repostería”, se rió Sofía.
"Todo eso suena increíblemente complicado, pero también emocionante", dijo Lucas, sintiendo que su miedo se disipaba un poco. “Quizás, solo quizás, un dinosaurio no me comería si tuviera un sabor de helado espectacular”.
Ambos se miraron, y Sofía propuso: “¡Hagamos un trato! Si el viaje en el tiempo alguna vez se vuelve posible, ¡nosotros seremos los primeros en ir! Seremos los mejores en la competencia, y si nos encontramos con un dinosaurio miedoso como tú, le enseñaremos a hacer helados”.
Lucas, entre risas y entusiasmo, alzó su puño. “¡Trato hecho! ¡Dinosaur Fighter y el Sabelotodo en la competencia de helados del futuro! Pero, por favor, prométeme que no habrá dinosaurios carnívoros a la vista”.
“¡Prometido! Ahora, ¿quieres un helado de chocolate mientras soñamos con nuestro futuro glorioso?”, sugirió Sofía, emocionada.
“¡Sí! Pero solo si se me prometen dinosaurios amigables”, contestó Lucas, sintiéndose más valiente. Juntos, se dirigieron a la heladería, donde el verdadero viaje en el tiempo solo era cuestión de un delicioso helado. Aunque todavía eran un par de niños asustados y ansiosos, ahora compartían el tipo de amistad que podía arreglar cualquier cosa, incluso el miedo a los dinosaurios.