"El Monstruo Fuera de Lo Convencional"

En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía un monstruo muy peculiar llamado Frank. A diferencia del monstruo que se describe en las historias de terror, Frank era un ser divertido y lleno de vida. De hecho, su mayor deseo era ser aceptado por los habitantes del pueblo, pero debido a su apariencia, todos le temían. Su piel verde y su gran estatura hacían que todos pensaran que era un monstruo peligroso.


Un día, tras escuchar a unos niños jugar y reír en la plaza del pueblo, Frank decidió que había llegado el momento de confesarse. Se acercó con cautela, intentando no asustar a nadie. Con un profundo suspiro, se aclaró la garganta y, con voz temblorosa, comenzó su confesión: “¡Hola a todos! Soy Frank, y ¡no soy un monstruo malo, solo un monstruo con un gran corazón!”


Los niños se miraron entre ellos, sorprendidos. Nunca habían escuchado a un monstruo hablar, y mucho menos confesar sus sentimientos. Uno de los más valientes, llamado Lucas, se acercó despacio. “¿Qué quieres decir con que tienes un gran corazón?”, preguntó con curiosidad.


Frank, emocionado de que alguien le prestara atención, respondió: “Amo la música, los juegos y sobre todo, hacer reír a la gente. Solo porque tengo un aspecto extraño, no significa que no pueda ser amable”.


Entonces, Frank decidió demostrarlo. Se propuso organizar un festival de humor en el pueblo. Convenció a algunos animales del bosque a que se unieran a él, incluyendo un burro que hacía malabares con manzanas y una ardilla que contaba chistes sobre nueces. Con su ayuda, el festival rápidamente se convirtió en un evento esperado.


El día del festival, el pueblo se llenó de risas y alegría. Los adultos que antes temían a Frank ahora se reían de sus chistes y disfrutaban de las actuaciones. Frank estaba más feliz que nunca, su gran corazón brillaba con cada sonrisa que veía.


Mientras todos se divertían, alguien en la multitud comenzó a reírse de una manera estruendosa. Era el alcalde, quien nunca había estado convencido de la "bondad" de Frank. Sin embargo, al ver cómo todos disfrutaban, comenzó a relajar su postura. Al final de la noche, el alcalde subió al escenario y, con muy mal tino, intentó contar un chiste. “¿Por qué el monstruo cruzó la calle? ¡Para mostrar que no era un pollo!” La multitud estalló en carcajadas y así, el alcalde se dio cuenta de que quizás, solo quizás, Frank no era un monstruo, sino un amigo.


Esa noche, el pueblo tuvo su primera gran lección sobre la aceptación. Desde entonces, Frank no solo fue conocido como “el monstruo del pueblo”, sino como “el monstruo del humor”, y cada año se celebraba el festival en honor a su valentía por ser quien realmente era.


Y así, Frank, el monstruo más divertido y cariñoso que jamás se había conocido, se convirtió en una leyenda que enseñó a todos que a veces, lo que más asusta en la vida es simplemente un corazón grande y valiente, dispuesto a reír y a amar, sin importar la apariencia.